Kobina (derecha), de 10 años, y Comfort Essuman (izquierda), de 12, venden comida en la playa de Sekondi. Crédito: Sam Mark Essien/IPS | |
Es apenas un niño: tiene 10 años, pero tiene que ganarse la vida así. Comfort Essuman le hace compañía, vendiendo copos de avena y pan dulce frito. Dos años mayor que Kobina, ella es menos tímida. Mientras Kobina no se anima a dar su apellido, Comfort lo pronuncia sin dudar.
"Mi madre dice que debo seguir vendiendo y que luego iré a la escuela", contó, añadiendo que había abandonado el tercer grado. "No gano menos que dos cedis ghaneses (poco más de un dólar) al día, y envío lo recaudado a mi madre", contó. La pequeña vive con su tía, mientras su madre se encuentra en la Región Central, una de las 10 de divisiones de este país de África occidental.
Niños y niñas como Comfort y Kobina están por todas partes en Sekondi-Takoradi, capital de la Región Oeste. Son los hijos heridos y mal alimentados de la era petrolera, que los habitantes aseguran está trayendo beneficios a la población.
Sekondi y Takoradi son en realidad dos ciudades gemelas que constituyen una sola capital de la Región, con una población total de 335.000 habitantes. La Región comenzó a producir petróleo el año pasado desde el yacimiento de Jubilee, frente a la costa.
El Ministerio de Energía pronosticó que produciría 250.000 barriles de 159 litros por día para fines de este año. Se espera que otros yacimientos hallados cerca estén funcionando para 2014.
Los autoridades locales exigen ahora al gobierno 10 por ciento de los esperados 1.000 millones de dólares en ganancias anuales por el crudo.
Para la infraestructura inicial, el por lo general reticente gobierno federal aprobó un préstamo de 3.000 millones de dólares a través del parlamento, destinando 1.800 millones para el desarrollo de la Región Oeste.
Atraídos por las noticias, muchos ghaneses llegan a la zona esperando beneficiarse del augurado aumento de empleos gracias a la producción petrolera.
Pero, mientras, se dispara el costo de los alquileres y de los alimentos, crece el tráfico de automóviles y los problemas sociales se multiplican. La mayoría de las víctimas de esto son niños y niñas, dijo Deborah Daisy Kwabia, directora para la ciudad del Departamento Regional de Bienestar Social.
"Muchísima gente llega a Sekondi-Takoradi en busca de verdes pasturas, pero éstas no existen", añadió.
Estos cambios dispararon el trabajo infantil, que impacta en niñas y niños de manera diferente. Los niños son entrenados por mayores para vender drogas o robar en los negocios en el abarrotado mercado de Takoradi.
Las niñas, en cambio, se ven obligadas a cocinar y lavar platos en restaurantes, o a convertirse en sirvientas en alguna casa. Muchas también caen en la prostitución.
"Por culpa del petróleo se han volcado a la prostitución", dijo Comfort Osei Gerning, madre adoptiva en la Fundación Misericordia, grupo local de ayuda a la infancia. También hay niños que se prostituyen, señaló.
En torno al Hotel Zenith se desarrolla la vida nocturna de Takoradi. Es un edificio rojo y luminoso ubicado al lado de una terminal de taxis, y en cuyas esquinas vendedores callejeros de comida trabajan hasta tarde. Dentro del hotel, hombres beben alcohol, mientras prostitutas ofrecen sus servicios.
"Las que tienen entre 12 y 15 años constituyen un grupo diferente", dijo Gerning. "Cobran barato porque son menores".
También hay niñas prostituyéndose en el bar Harbor View, y en diversas playas de Takoradi y Sekondi.
"Para llegar a ellas tienes que pasar por varios adultos", dijo Gerning. "Estos te cobran y te muestran el lugar. Es un negocio". Todo esto viola la Ley de Infancia, de 1998, que condena la explotación de menores.
La Ley además ordena al gubernamental Comité de Servicios Sociales que haga respetar las normas laborales. Los menores de 18 años no pueden hacer trabajos peligrosos, como salir al mar. No se permite que menores de 15 años hagan tareas manuales, y el trabajo ligero no está permitido para niños con menos de 13 años. El Comité puede llevar a cabo investigaciones y recomendar acciones policiales.
John Davis, representante del área electoral metropolitana de Anajy Oeste, ha sido jefe del Comité por tres meses. Es consciente de que existe prostitución y trabajo infantil, reconoce que no se han realizado investigaciones durante su administración e ignora si se llevaron a cabo antes.
Davis no cuenta con datos estadísticos, aunque indicó que se requirió a miembros del Comité hace un mes reunir información sobre sus respectivos distritos.
Pero "no tenemos recursos para hacerlo. No tenemos vehículos ni nada", dijo.
En cambio, el Comité prefiere concentrarse en una "campaña de educación" a través de la radio y otros medios.
La falta de recursos caracteriza a gran parte de los esfuerzos del gobierno para hacer cumplir la Ley de Infancia.
Kwaku Agyemang Duah, jefe de programas de atención comunitaria en el Departamento Regional de Bienestar Social, señaló que su oficina tenía unos 30 funcionarios, y necesitaba un mínimo de 80 para funcionar correctamente.
También necesita un refugio para menores sin hogar. El más cercano está a cuatro horas, en Accra, la capital del país. E incluso si tuviera el refugio, necesitaría más dinero para alimentar a los niños.
"Todos los años presentamos un presupuesto, pero lo que recibimos es otra historia", dijo.
"Mi madre dice que debo seguir vendiendo y que luego iré a la escuela", contó, añadiendo que había abandonado el tercer grado. "No gano menos que dos cedis ghaneses (poco más de un dólar) al día, y envío lo recaudado a mi madre", contó. La pequeña vive con su tía, mientras su madre se encuentra en la Región Central, una de las 10 de divisiones de este país de África occidental.
Niños y niñas como Comfort y Kobina están por todas partes en Sekondi-Takoradi, capital de la Región Oeste. Son los hijos heridos y mal alimentados de la era petrolera, que los habitantes aseguran está trayendo beneficios a la población.
Sekondi y Takoradi son en realidad dos ciudades gemelas que constituyen una sola capital de la Región, con una población total de 335.000 habitantes. La Región comenzó a producir petróleo el año pasado desde el yacimiento de Jubilee, frente a la costa.
El Ministerio de Energía pronosticó que produciría 250.000 barriles de 159 litros por día para fines de este año. Se espera que otros yacimientos hallados cerca estén funcionando para 2014.
Los autoridades locales exigen ahora al gobierno 10 por ciento de los esperados 1.000 millones de dólares en ganancias anuales por el crudo.
Para la infraestructura inicial, el por lo general reticente gobierno federal aprobó un préstamo de 3.000 millones de dólares a través del parlamento, destinando 1.800 millones para el desarrollo de la Región Oeste.
Atraídos por las noticias, muchos ghaneses llegan a la zona esperando beneficiarse del augurado aumento de empleos gracias a la producción petrolera.
Pero, mientras, se dispara el costo de los alquileres y de los alimentos, crece el tráfico de automóviles y los problemas sociales se multiplican. La mayoría de las víctimas de esto son niños y niñas, dijo Deborah Daisy Kwabia, directora para la ciudad del Departamento Regional de Bienestar Social.
"Muchísima gente llega a Sekondi-Takoradi en busca de verdes pasturas, pero éstas no existen", añadió.
Estos cambios dispararon el trabajo infantil, que impacta en niñas y niños de manera diferente. Los niños son entrenados por mayores para vender drogas o robar en los negocios en el abarrotado mercado de Takoradi.
Las niñas, en cambio, se ven obligadas a cocinar y lavar platos en restaurantes, o a convertirse en sirvientas en alguna casa. Muchas también caen en la prostitución.
"Por culpa del petróleo se han volcado a la prostitución", dijo Comfort Osei Gerning, madre adoptiva en la Fundación Misericordia, grupo local de ayuda a la infancia. También hay niños que se prostituyen, señaló.
En torno al Hotel Zenith se desarrolla la vida nocturna de Takoradi. Es un edificio rojo y luminoso ubicado al lado de una terminal de taxis, y en cuyas esquinas vendedores callejeros de comida trabajan hasta tarde. Dentro del hotel, hombres beben alcohol, mientras prostitutas ofrecen sus servicios.
"Las que tienen entre 12 y 15 años constituyen un grupo diferente", dijo Gerning. "Cobran barato porque son menores".
También hay niñas prostituyéndose en el bar Harbor View, y en diversas playas de Takoradi y Sekondi.
"Para llegar a ellas tienes que pasar por varios adultos", dijo Gerning. "Estos te cobran y te muestran el lugar. Es un negocio". Todo esto viola la Ley de Infancia, de 1998, que condena la explotación de menores.
La Ley además ordena al gubernamental Comité de Servicios Sociales que haga respetar las normas laborales. Los menores de 18 años no pueden hacer trabajos peligrosos, como salir al mar. No se permite que menores de 15 años hagan tareas manuales, y el trabajo ligero no está permitido para niños con menos de 13 años. El Comité puede llevar a cabo investigaciones y recomendar acciones policiales.
John Davis, representante del área electoral metropolitana de Anajy Oeste, ha sido jefe del Comité por tres meses. Es consciente de que existe prostitución y trabajo infantil, reconoce que no se han realizado investigaciones durante su administración e ignora si se llevaron a cabo antes.
Davis no cuenta con datos estadísticos, aunque indicó que se requirió a miembros del Comité hace un mes reunir información sobre sus respectivos distritos.
Pero "no tenemos recursos para hacerlo. No tenemos vehículos ni nada", dijo.
En cambio, el Comité prefiere concentrarse en una "campaña de educación" a través de la radio y otros medios.
La falta de recursos caracteriza a gran parte de los esfuerzos del gobierno para hacer cumplir la Ley de Infancia.
Kwaku Agyemang Duah, jefe de programas de atención comunitaria en el Departamento Regional de Bienestar Social, señaló que su oficina tenía unos 30 funcionarios, y necesitaba un mínimo de 80 para funcionar correctamente.
También necesita un refugio para menores sin hogar. El más cercano está a cuatro horas, en Accra, la capital del país. E incluso si tuviera el refugio, necesitaría más dinero para alimentar a los niños.
"Todos los años presentamos un presupuesto, pero lo que recibimos es otra historia", dijo.
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