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miércoles, 12 de octubre de 2011

Mujeres rurales argentinas se hacen oír sobre cambio climático


Por Marcela Valente, enviada especial

Una funcionaria provincial, ante el micrófono, y los tres miembros del tribunal en la apertura de la Audiencia

Crédito: Marcela Valente /IPS



RESISTENCIA, Argentina, 12 oct (IPS) - Mujeres rurales e indígenas del norte de Argentina, afectadas por la expansión de la frontera agropecuaria, la deforestación y la fumigación tóxica, dieron a conocer sus padecimientos y también sus propuestas para la próxima cumbre mundial sobre cambio climático.

Lo hicieron durante la Audiencia Mujeres y Justicia Climática 2011-Argentina, que se realizó este martes 11 en Resistencia, la capital de la provincia de Chaco, a 950 kilómetros al norte de Buenos Aires, con representantes de organizaciones de una decena de las 23 provincias del país, todas del norte.

Estas mujeres están en la línea de fuego de la tala indiscriminada, la erosión, la pérdida de biodiversidad, las sequias e inundaciones y la contaminación con pesticidas, conocen como pocos el impacto del modelo productivo que profundiza el calentamiento global, y demandan un freno.

"Al talar los árboles perdemos la lluvia, perdemos todo, nos quedamos sin agua, sin leña, sin cultivos", alertó Basilea Barrientos de la Colonia Aborigen, en Chaco. "Nuestra comunidad creyó siempre que los recursos hay que reponerlos", remarcó.

"Cuando se talan bosques, el viento se lleva nuestra tierra, el frio y el calor son extremos, el campesino migra y las corporaciones nos fumigan", dijo a IPS Jorgelina Córdoba, de la Asamblea Campesina Indígena de la provincia de Formosa.

Córdoba sabe bien de lo que habla. Es viuda con 11 hijos y vive en la misma tierra en que nació, en El Bañado La Estrella, donde encabeza la resistencia ante las maquinas topadoras cada vez más cerca. "Sabemos como criar ganado en tierra árida, pero ahora los campesinos se van y en esos campos se tala para cosechar soja", denunció.

La soja es ahora el principal cultivo de exportación en Argentina. La variante que se produce a gran escala para exportar a Asia es la transgénica, resistente al herbicida glifosato, pero la fumigación avasalla la diversidad agrícola y daña la salud humana.

Cándida Fernández, del Movimiento Campesino Formoseño, aseguró a IPS que en su comunidad, Loma Senés, nacen niños con malformaciones producidas por los tóxicos. Además se ven afectados por la propagación de explotaciones ganaderas intensivas, llamadas "feedlot" (corrales de engorde, en inglés).

A diferencia de la ganadería tradicional en Argentina, la extensiva que se alimentaba de amplias pasturas, la expansión de la soja redujo a la cría de ganado a estos establecimientos donde los animales están concentrados y se alimentan de granos. "El olor es insoportable y están a metros de las casas y de la escuela", dijo Fernández.

Junto a los sembrados campesinos, cultivados con técnicas sustentables, pasan canaletas con las abundantes heces y orina de los animales e incluso ejemplares muertos.

La audiencia fue convocada por la coalición de organizaciones no gubernamentales del Llamado Mundial de Acción contra la Pobreza (GCAP por sus siglas en inglés) y el Grupo de Trabajo Feminista. Asambleas similares se realizan este mes en otros 14 países de América Latina, África y Asia.

En Argentina el llamado estuvo a cargo del Instituto de Desarrollo Social y Promoción Humana (Indes) que forma parte de la red Encuentro, integrada al GCAP. En diálogo con IPS, la representante del Indes Analía Delssin explicó que la idea es que las conclusiones y aportes de la audiencia lleguen a quienes toman las decisiones a nivel nacional y mundial.

La audiencia fue presidida por un tribunal integrado por un miembro del Indes y dos mujeres de organizaciones adscritas al GCAP.

Ellos elaborarán un documento con los testimonios y propuestas, que llegará hasta la XVII Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizarán en la ciudad sudafricana de Durban, entre el 28 de noviembre y el 9 de diciembre.

Para Delssin, la justicia climática busca mostrar que hay grupos más vulnerables frente al cambio climático, entre ellos las mujeres y, particularmente, las rurales. " Ellas deben caminar más para conseguir agua, leña, insumos para sus artesanías y son las que lidian con las enfermedades respiratorias de sus hijos, expuestos a la contaminación", dijo.

No obstante, también son ellas las que conocen el problema y son parte de la solución, que debe incluirlas a la hora de las medidas y el financiamiento para adaptarse y mitigar los efectos del calentamiento global.

En este punto, hubo mujeres que llevaron ricas experiencias de mitigación a la Audiencia. Fue el caso de docentes de escuelas rurales de Chaco, que están desarrollando programas educativos que promueven la agroecología pese a la resistencia incluso de vecinos que producen a la manera tradicional.

Lucrecia Marcelli, directora de la Escuela de la Familia Agrícola, en la población chaqueña de General San Martin, contó que con los estudiantes secundarios tienen una huerta ecológica y mostraron a los productores vecinos que puede cultivarse algodón sin necesidad de usar químicos como hacen ellos en perjuicio de la escuela.

Por su parte, Maria Amelia Bertoldi, de una escuela primaria de la zona también chaqueña de Pampa del Infierno, habló sobre la idea de formar "ecoguardianes" entre estudiantes y docentes que se sumen al estudio y análisis de los agrotóxicos, las leyes ambientales y otras iniciativas a favor del desarrollo ecológico.

Además se expusieron ejemplos de producciones agroecológicas como la que presentó Zunilde Poggio de la Asociación Ecologista de Bella Vista, en una zona rural de la provincia de Corrientes, donde unas 20 familias producen alimentos naturales.

"La agroecología lleva como bandera la soberanía alimentaria, el respeto a la biodiversidad y a los recursos naturales, no utiliza tóxicos ni contamina el aire, el agua o el suelo, y no es una producción a gran escala, no utiliza mano de obra contratada, busca que la familia se arraigue en el campo", dijo a IPS.

Por supuesto, esta forma de producción amigable con el ambiente también es amenazada. "Tenemos cerca tres arroceras que utilizan pesticidas y no logramos que la ley contra los agrotóxicos, aprobada desde 1994, se ponga en vigor", lamentó.

"Debemos cambiar el modelo agroproductor de gran escala, que contamina y da empleo a unos pocos, y para eso están las cumbres como la de Durban", afirmó.

Hasta allí pretenden llegar con sus propuestas y testimonios de un impacto que ya dejó huellas en los hábitats, actividades productivas y formas de vida de las decenas de mujeres del campo congregadas en Resistencia, justamente en la semana que el mundo celebra el Día de la Mujere Rural, el sábado 15.(FIN/2011)

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