La riqueza la hacen los niños
Por Pavol Stracansky
BISHKEK, 19 oct (IPS) - Un niño de 13 años se convirtió en la última víctima del trabajo forzado auspiciado por el Estado en Uzbekistán, donde el régimen continúa ignorando los boicots y las condenas internacionales de sus prácticas durante la cosecha anual de algodón.
Bakhodir Pardaev, de la sureña provincia de Kashkadarya, quedó en coma luego de ser atropellado por un auto.
Él y otros niños están regresando de los campos de algodón, adonde fueron enviados por las autoridades para ayudar en la cosecha.
Como muchos, se veía obligado a caminar hasta los campos peligrosamente a la vera de las autopistas.
Grupos de derechos humanos señalan que el accidente fue solo uno de los muchos que sufren menores de edad cada año.
Nadejda Atayeva, de la Asociación por los Derechos Humanos en Asia Central, dijo a IPS: "Éste es solo uno en una serie de similares accidentes de tráfico vinculados con la campaña de cosecha de algodón y la movilización coercitiva de niños escolares todos los años".
"El país se convierte en un campamento de trabajo estalinista en cada cosecha. Millones de ciudadanos comunes y sus hijos se tornan en esclavos del régimen gobernante. Hay accidentes, casos de alimentos intoxicados y enfermedades, pero las autoridades impiden que salga a luz la información", añadió.
Entre un millón y 2,5 millones de niños y niñas, algunos de apenas 10 años, son obligados por las autoridades a participar de la cosecha todos los años.
Algunos son llevados en autobuses desde sus aldeas e instalados en dormitorios insalubres de campamentos de trabajo, según grupos de derechos humanos.
Uzbekistán es uno de los mayores exportadores de algodón: embarca 850.000 toneladas al año. Su industria algodonera vale más de 1.000 millones de dólares anuales, y la cosecha es considerada un asunto nacional prioritario.
Pero más de 90 por ciento de la siega es realizada a mano, y las autoridades de gobierno utilizan a niños y niñas para cumplir con las cuotas previstas.
Escuelas, colegios y universidades son clausuradas por meses cada temporada algodonera con el aval de las autoridades de la educación.
Las familias que se nieguen a enviar a sus hijos a la cosecha con amenazadas con la pérdida de beneficios sociales, así como de los suministros de gas, agua y electricidad, y los pequeños pueden ser expulsados de los centros de estudios.
Por más de una década, grupos de derechos humanos han hecho campaña contra el trabajo infantil forzado, y el régimen dictatorial del presidente Islam Karimov ha incumplido sus reiteradas promesas de abolir la práctica.
Tashkent ha firmado acuerdos internacionales para proscribir el trabajo infantil y ha asegurado que no participan niños en las cosechas desde 2008.
Pero varios grupos señalan que los menores todavía son obligados a recoger algodón. Representantes del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Uzbekistán han dicho a IPS que por lo menos un millón de niños y niñas han sido movilizados en la última cosecha.
IPS también recibió documentos del Foro Uzbeko-Alemán para los Derechos Humanos mostrando comunicados de prensa oficiales de autoridades provinciales enviados a los medios locales y a líderes comunitarios detallando la movilización masiva de decenas de miles de escolares y colegiales para la recolección de este año.
El régimen no permite el ingreso de equipos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Pero el tema ha llamado la atención de importantes compañías occidentales.
El mes pasado, las internacionales Walmart, Walt Disney, H&M y Adidas anunciaron que se unían a un boicot contra los productos que emplearan algodón uzbeko. Más de 60 de otras grandes firmas se han sumado.
Grupos de derechos humanos celebraron el boicot, pero algunos temen que por sí solo no sea efectivo y no impida que el algodón uzbeko siga llegando a los supermercados.
A veces es imposible identificar el origen del algodón usado en los productos textiles.
Expertos en la industria también señalan que, aunque clientes occidentales lo rechacen, aún habrá compradores para el producto uzbeko.
A la feria internacional del algodón, que fue realizada este mes en Uzbekistán y atrajo más de 500 millones de dólares en contratos, asistieron más de 300 compañías de todo el mundo, más que el año anterior.
Tashkent se acaba de embarcar en nuevas sociedades comerciales con otros países asiáticos, incluyendo a Pakistán.
En una declaración a los medios rusos, un funcionario de comercio en Tashkent dijo que el boicot "no era algo con lo que Uzbekistán sufriría gravemente".
Grupos de derechos humanos afirman que los gobiernos y las instituciones internacionales deben ejercer más presión para que Uzbekistán observe sus compromisos de derechos humanos
Pero tanto de Bruselas como de Washington ha habido señales ambiguas en su relacionamiento con Tashkent.
A inicios de este año hubo indignación porque Karimov fue recibido en Bruselas por el presidente de la Comisión Europea, José Durão Barroso. Mientras, Washington es también criticado por fortalecer sus relaciones con Uzbekistán. La administración de Barack Obama en particular quiere mantener su ruta por territorio uzbeko para enviar suministros a sus tropas en Afganistán.
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