Ante un salón colmado con más de 300 estudiantes de séptimo grado a quinto año, docentes y autoridades de la escuela, la directora Marta Acosta le dio una cálida bienvenida a la nieta y ex alumna de dicha institución. A continuación, se proyectaron fragmentos del film “Por esos ojos” para enmarcar y resumir la historia de Mariana
Hija de Jorge Zaffaroni y María Emilia Islas, ambos de nacionalidad uruguaya, fue secuestrada junto a sus padres el 27 de septiembre de 1976 en Buenos Aires cuando tenía un año y medio de edad. Pasó muchos años de su vida bajo el nombre de Daniela Furci, hasta que las Abuelas de Plaza de Mayo y la fuerte búsqueda de su abuela María Ester Gatti, fundadora en Uruguay de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, dieron con su verdadera identidad.
Luego, agregó: “todo fue cambiando lentamente cuando me casé y tuve a mi primera hija. Mi familia venía a visitarme para conocerla y a partir de ahí, pudimos vincularnos por algo más familiar que no tuviera sólo que ver conmigo”.
Todos los presentes escucharon con gran atención el relato de Mariana. Al finalizar su testimonio, comenzaron las preguntas de los alumnos.
“La construcción del vínculo con mi abuela no fue fácil, ella tenía mucho carácter. Quería que me vaya a vivir a Montevideo apenas me enteré. Al contrario que mi familia paterna, más conciliadora y comprensiva que colaboró más en tenerme paciencia. Nos costó con mi abuela pero por suerte llegamos a tener una buena relación antes de que falleciera. La historia quedó en paz con ella”.
¿Qué relación tenés ahora con tus apropiadores?
“A diferencia de otros nietos restituidos, tengo un vínculo con ellos, no exento de reclamos. Me resulta difícil desconocer lo bueno que hicieron por mí, con todas las críticas que pueda hacerles (…) Así como me costó ver todo lo malo que hicieron, en la mismo medida me costó ver lo que sufrió mi familia biológica. Tengo que agradecerle a mi marido haberme aportado una visión de sentido común desde lo humano, y toda su ayuda a que pueda pensar en toda esa otra parte que mi otra familia no me había hecho ver, y que es el sufrimiento y la búsqueda que atravesaron mis familiares biológicos”.
“A diferencia de otros nietos restituidos, tengo un vínculo con ellos, no exento de reclamos. Me resulta difícil desconocer lo bueno que hicieron por mí, con todas las críticas que pueda hacerles (…) Así como me costó ver todo lo malo que hicieron, en la mismo medida me costó ver lo que sufrió mi familia biológica. Tengo que agradecerle a mi marido haberme aportado una visión de sentido común desde lo humano, y toda su ayuda a que pueda pensar en toda esa otra parte que mi otra familia no me había hecho ver, y que es el sufrimiento y la búsqueda que atravesaron mis familiares biológicos”.
¿Qué historia te contaban tus apropiadores?
“Mi padre me decía que trabajaba en Orletti sólo para llevar y traer documentos. Un día me ve a mí, y un compañero le ofrece llevarme. Mis padres nos podían tener hijos, y además sabían el destino de mis padres biológicos. La historia fue cambiando a medida que iba creciendo, esta fue la última versión (…) Mi madre no se enteró de nada de lo que pasaba. Vivía en su casa, cuidando a su hija y sin preguntar demasiado, ni quién era ni de dónde venía. Nunca quiso saber”.
“Mi padre me decía que trabajaba en Orletti sólo para llevar y traer documentos. Un día me ve a mí, y un compañero le ofrece llevarme. Mis padres nos podían tener hijos, y además sabían el destino de mis padres biológicos. La historia fue cambiando a medida que iba creciendo, esta fue la última versión (…) Mi madre no se enteró de nada de lo que pasaba. Vivía en su casa, cuidando a su hija y sin preguntar demasiado, ni quién era ni de dónde venía. Nunca quiso saber”.
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