Lunes 6 de Agosto, Pagina 12
Por Victoria Ginzberg
Conducido por Leonardo Sbaraglia, el programa incluirá cuatro capítulos dedicados a los métodos científicos que les permitieron a las Abuelas de Plaza de Mayo determinar la identidad de los nietos recuperados.
¿Quién soy yo? ¿Quién es uno? Uno es su historia, los momentos que componen un relato, como si fueran fotos de un álbum. ¿Pero si esto fuera una mentira? ¿Si hubiéramos empezado desde un punto de partida falso?”, dice Leonardo Sbaraglia, sentado en una escalera al aire libre, mirando fotografías viejas. El plano se abre y se ve la ex ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). Así empieza 99,99 por ciento. La Ciencia de las Abuelas, un ciclo de cuatro capítulos que se emitirá los lunes, a partir de hoy, por Canal Encuentro, donde el eje no es la búsqueda de los niños apropiados durante la última dictadura, sino, más específicamente, la búsqueda de los métodos científicos que permitieron establecer quién era, sin lugar a dudas, cada uno de los niños encontrados.
Por Victoria Ginzberg
Conducido por Leonardo Sbaraglia, el programa incluirá cuatro capítulos dedicados a los métodos científicos que les permitieron a las Abuelas de Plaza de Mayo determinar la identidad de los nietos recuperados.
Estela de Carlotto dialoga con Sbaraglia en el primer capítulo del ciclo
¿Quién soy yo? ¿Quién es uno? Uno es su historia, los momentos que componen un relato, como si fueran fotos de un álbum. ¿Pero si esto fuera una mentira? ¿Si hubiéramos empezado desde un punto de partida falso?”, dice Leonardo Sbaraglia, sentado en una escalera al aire libre, mirando fotografías viejas. El plano se abre y se ve la ex ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada). Así empieza 99,99 por ciento. La Ciencia de las Abuelas, un ciclo de cuatro capítulos que se emitirá los lunes, a partir de hoy, por Canal Encuentro, donde el eje no es la búsqueda de los niños apropiados durante la última dictadura, sino, más específicamente, la búsqueda de los métodos científicos que permitieron establecer quién era, sin lugar a dudas, cada uno de los niños encontrados.
Fotos. Películas caseras en super ocho. Bicicletas. La playa. Mar del Plata. Una calesita. Un tren. Un lago. Palermo. Hamacas. La infancia de quienes crecieron entre fines de la década del ’70 y principios de los ’80. Y después, la ESMA, donde, como en Campo de Mayo y otros centros clandestinos, funcionó una maternidad. Allí nacieron niños que se criaron entre aquellas imágenes típicas de chicos de clase media, que fueron a la escuela, se fueron de vacaciones y tuvieron amigos, sólo que su vida se basaba en una mentira esencial y transcurría mientras su familiares biológicos intentaban encontrarlos.
“¿Por dónde empezar la búsqueda? ¿Cómo demostrarlo ante la Justicia?”, se pregunta el programa producido por La Lechuza, reproduciendo los interrogantes que las mujeres que se nuclearon en Abuelas de Plaza de Mayo se hacían en sus primeros años juntas, todavía durante la dictadura.
A través de testimonios de los protagonistas (las Abuelas Estela Carlotto, Chicha Mariani, y Elsa Pavón; el secretario de Abuelas, Abel Madariaga; los nietos Paula Logares, Francisco Madariaga, Horacio Pietragalla, el genetista Víctor Penchaszadeh y el biólogo Alberto Kornblihtt, entre otros) y la narración de Sbaraglia, 99,99 por ciento. La Ciencia de las Abuelas da cuenta de uno de los problemas con el que se toparon las Abuelas en sus inicios. Buscaban a sus nietos, los hijos de sus hijos desaparecidos, recibían denuncias que aseguraban que un represor podía tener un niño apropiado, se disfrazaban y se ocultaban para seguirlos, pero ¿cómo demostrar que el niño era realmente el buscado? El tiempo pasaba y los chicos crecían, las fotos de los bebés comenzaban a desdibujarse. Además, algunos niños habían nacido en cautiverio y los parecidos físicos no alcanzaban para pruebas judiciales. Las Abuelas no sólo querían un método que permitiera que la Justicia estableciera quiénes eran los niños, ellas necesitaban estar seguras de la identidad biológica, de la verdad. “Porque ¿y si nos daban un chico que no era?”, cuestiona Mariani. “Nosotros no queríamos cualquier nieto, queríamos a los nuestros”, dice Carlotto.
En busca de un método que permitiera establecer científicamente la identidad de los niños apropiados, las Abuelas recorrieron el mundo. Muchos especialistas decían que, al faltar los padres, una muestra de sangre no servía. Hasta que apareció Marie Claire King, que dijo que sí. De esta forma, se llegó al “índice de abuelidad”, un aporte de las Abuelas a la ciencia, la fórmula que podía dar cuenta de la pertenencia de una persona a un grupo familiar aún sin el material genético de sus padres. Método que luego se fue perfeccionando con la utilización del ADN.
“El aporte del programa, que me parece muy valioso, es mostrar una mirada sobre las Abuelas que se conoce poco; la cuestión científica sirve también para entender que los mecanismos de búsqueda y encuentro son sofisticados. Es interesante porque algunos creen que es un tema cerrado, pero desgraciadamente no lo es. Se siguen investigando y descubriendo cosas sobre lo que pasó durante la dictadura, la red de complicidades que hubo, incluso desde los civiles, los jueces, además de los chicos que se siguen buscando”, comenta Sbaraglia a Página/12. El actor de En terapia también participó de un homenaje a Rodolfo Walsh que se hizo en el Centro Cultural Haroldo Conti en el que actuaba en base a los textos de “Esa mujer” y Operación Masacre, mientras dos músicos improvisaban. Pero al filmar 99,99 por ciento. La Ciencia de las Abuelas entró por primera vez al sitio donde funcionó el más grande centro clandestino de detención de la Armada. “Es una sensación muy fuerte. Estando allí no podés dejar de pensar en la historia y a la vez, las calles, los árboles son como una gran escenografía.”
99,99 por ciento. La Ciencia de las Abuelas cuenta también el perfeccionamiento del método científico para establecer la identidad de los niños, la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos y la relación con el Equipo Argentino de Antropología Forense. Además de las Abuelas y los científicos, también los jóvenes que fueron apropiados tienen la palabra. “Con los nietos recuperados –dice Sbaraglia– uno ve el mismo proceso que hubo en uno, en las personas que crecimos en esa época, en la sociedad en general. El nivel de ocultamiento y violencia que los nietos recibieron, de alguna manera, también lo sufrimos todos los que crecimos en esos años. Esa violencia e información es la que hay que seguir des-procesando, también en nosotros y en toda la sociedad. Aún hay muchos chicos por encontrar, por eso es inmoral pretender que éste sea un tema cerrado.”
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