Creció rodeado de evocaciones de la muerte, del genocidio de los gitanos por los nazis: el bailaor Israel Galván se atreve ahora a "bailar lo imbailable", y logra "poner una chispa de vida y alegría" en un espectáculo sobre el Holocausto.
De una gran timidez, Galván (Sevilla, 1973) parece sobrecogido por la ovación del público parisino a su último espectáculo, "Lo Real", que se presenta en el Theatre de la Ville hasta el 20 de febrero. Tras saludar brevemente, se oculta detrás de los otros bailarines y músicos.
En una entrevista con la AFP durante una pausa en los ensayos de la pieza, que ha sido coproducida por el Teatro Real de Madrid, el artista parece buscar las palabras, vacila, tartamudea.
Pero en el escenario del teatro parisino, Galván, con el torso desnudo, es topoderoso, y su baile tiene una fuerza y una expresión que explican por qué el sevillano es considerado por muchos la figura más importante del flamenco de hoy.
Su última obra, sobre un tema tan denso y difícil, ha sido aclamada en Europa del norte, antes de triunfar en París. Luego, viajará a Alemania y Rusia. En cambio, en España, Galván no crea unanimidad.
El bailaor se aparta sin embargo de cualquier polémica. Los defensores de la ortodoxia del flamenco "tienen su rol", pero "yo me siento muy libre", dice con sencillez.
"Considero importante no perder mi tradición del baile flamenco, pero la época que me tocó vivir es diferente, y el baile ha ido evolucionando, siempre", señala Galván, que llevará la obra a Barcelona, Granadá y a su Sevilla natal, donde vive.
El creador, que ha bailado casi siempre solo, habla de sus búsquedas y proyectos, y comparte algo de lo que fue crecer oyendo siempre hablar de la muerte y del genocidio por los nazis de cientos de millares de gitanos y de Testigos de Jehová, la religión de sus padres.
"Mi madre es gitana, y mis dos padres son Testigos de Jehová, y siempre en mi casa se habló mucho del Apocalipsis, del genocidio. Por eso seguramente yo siempre he hablado de la muerte en mis obras"-
"Pero lo he hecho de otra forma. Con esta obra, en que por primera vez bailo acompañado, siento que cierro un ciclo de esa mi eterna búsqueda de cómo bailar la muerte", dice, señalando que la pieza, que le llevó años de trabajo, nació de esa inquietud y búsqueda personal y espiritual de "cómo bailar lo imbailable".
La primera vez que tuvo la idea de crear una obra sobre la persecución histórica del pueblo gitano fue, dice, cuando se enteró de la política del ex presidente francés Nicolas Sarkozy de expulsar a los gitanos.
"Desde entonces me pedía el cuerpo hacer un obra sobre el genocidio gitano. Aunque es un tema muy negro, no debe olvidarse", afirma Galván, que no oculta las cicatrices que le ha supuesto este trabajo.
"Uno siempre ha leído algo (sobre el genocidio). Pero ya una vez que te metes dentro es como un veneno que nunca se va, es algo que te acompaña para toda la vida", confiesa el creador.
Para hacer "Lo Real" -cuya coreografía es de una intensidad expresionista, con cuerpos extremos, retorcidos, rozando lo feo-, Galván miró filmes de archivo, leyó libros, vio fotos, pero su fuente principal fue el libro de "Imágenes pese a todo", del filósofo francés George Didi Huberman.
"Después de leer eso ya no necesitaba leer nada más, necesitaba bailar. Y viví un momento de crisis. Me preguntaba cómo se puede bailar esto, lo imbailable".
"Y descubrí que la manera que yo quería bailarlo era con alegría, con una idea de superviviencia y con una chispa de vida".
"Fue a partir de allí que me sentí como más libre. Porque estaba claro que no quería bailar los documentos de archivo, que hablan por sí solos. Quería expresar la muerte, los arañazos de la política, de lo humano. Pero con la visión de que de los cadáveres, de las cenizas, crecen flores".
El creador subraya que la obra no busca contar una historia, ni quiere ser reivindicativa. "Es una obra abstracta, poética", señala Galván, quien confiesa que esta fue la primera vez sintió la necesidad de compartir el escenario.
Lo hace con dos bailaoras, Isabel Bayón y Belén Maya, hija de su maestro Mario Maya. "Belén es mi hermana, ella expresa mi lado femenino, aunque siempre negro" afirma el bailaor, que dice que lo que le interesa no es ser el mejor competir, ser el mejor.
"No busco bailar bien, o mal, no pretendo aplausos. Busco sólo como expresar temas tan humanos, como este", concluye.
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