Al cumplirse mañana 36 años del nacimiento público de las Madres de Plaza de Mayo, los hijos de las tres madres fundadoras, secuestradas y asesinadas por la dictadura cívico militar, reflexionaron sobre la trascendencia histórica de su lucha.
Ana María Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga, dio su testimonio a Télam al resaltar "el enorme capital simbólico en el que se constituyó el reclamo histórico, sostenido e inclaudicable de esas mujeres que salieron al ruedo, a caminar una búsqueda ineludible de lo más preciado que tenían: sus hijos".
"Ellas son exponentes de una generación comprometida con la realidad de su tiempo y con la causa de los más necesitados", dijo Careaga.
En 2005, cuando fueron identificados los restos de su madre, junto a los de María Ponce de Bianco y Azucena Villaflor de De Vicenti, Ana María Careaga reflexionó: “Volviste. Un día de diciembre, seguramente extenuada, a la costa. Te habían desaparecido apenas unos días antes y habrían de desaparecerte 28 años más. Mientras tanto nosotros te buscamos, como había que buscar entonces, como se buscaba en esa época funesta de nuestra historia, como ustedes nos buscaban a nosotros. Golpeando puertas, recorriendo, denunciando. Todo era inútil. Un gran interrogante sin respuestas. Eso era la desaparición...Las madres buscaban a sus hijos y los hijos buscaban a sus madres, en el país de lo indecible...".
Luis Bianco, hijo de María Ponce de Bianco, secuestrada junto a Careaga el 8 de diciembre de 1977 en la iglesia de la Santa Cruz, trasmitió en una carta a Télam el significado de la lucha de su madre y su agradecimiento.
Agregó: "recuperaste a la nieta de tu hermano el 18 de abril de 1977, Soledad, antes de que se formara Abuelas de Plaza de Mayo. Qué decir de tu lucha incansable por los presos políticos por organismos, juzgados, cuarteles, comisarías y ministerios...Y de la emoción que sentí cuando en 2005 en Madrid, la asociación Pro derechos Humanos las distinguieron a las Tres Madres pilares de este movimiento, con el Premio in Memoriam Derechos Humanos. Recibí tu premio y el de Esther (Careaga) en nombre de su familia. Agradeceré toda la vida tu cordura, tu generosidad, tu solidaridad, pero por sobre todas las cosas el amor que nos brindaste".
"Hoy en tu lugar de descanso, junto a Esther, Leonie (Duquet) y Ángela (Auad) una simple lápida te recuerda “Una luchadora Valiente e Incansable”. ¿Qué más se puede dar que dar la vida?. Tus hijos te honramos con nuestra conducta de vida, y mi único deseo es que cuando me vaya, ojalá me encuentre completamente lúcido, para poder regalarte mi último pensamiento, porque VOS MAMA, sin duda nos regalaste el tuyo", finalizó.
Para Cecilia De Vicenti, hija de Azucena Villaflor, secuestrada dos días después que Careaga y Bianco cerca de su domicilio, las Madres de Plaza de Mayo "se unieron en un denominador común: el amor".
"Por amor salieron a buscarlos, por amor desafiaron al miedo y al horror y en ese andar construyeron un movimiento que cambió la historia. No contaron los genocidas con la valentía de estas madres y por eso intentaron callarlas. Mary, Esther y Azucena fueron secuestradas, desaparecidas y asesinadas", relató De Vicenti en un texto enviado a esta agencia.
"Mujeres, con mayúscula, que dieron y buscaron vida. Y cuando desaparecieron ellas, salimos los hijos a buscarlas y a buscar a nuestros padres, hermanos, compañeros y amigos. Las encontramos 28 años después, con una gota de nuestra sangre", recordó Cecilia en 2012 durante un acto en la iglesia de Santa Cruz.
Y agregó: "Gracias Madres de La Plaza, porque a pesar del miedo y el dolor por el secuestro de sus compañeros todos los jueves siguieron marchando y luchando por Memoria, Verdad y Justicia, en medio del Terrorismo de Estado, en el que las madres buscaban hijos y los hijos buscaban madres".
Esther Ballestrino y María Ponce estaban reunidas con otras madres en la iglesia de la Santa Cruz el 8 de diciembre de 1977, delineando los detalles para publicar la primera solicitada con los nombres de sus familiares secuestrados, cuando fueron secuestradas entregadas por el represor Alfredo Astiz, quien se infiltró en el grupo y las marcó con un beso en la mejilla.
Azucena Villaflor fue secuestrada en la esquina de su casa dos días después; las tres fueron víctimas de los vuelos de la muerte y luego de permanecer enterradas como NN en el Cementerio de General Lavalle, sus restos, que habían sido encontrados en las costas de Santa Teresita y de San Bernardo, pudieron ser identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en 2005.
Ana María Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga, dio su testimonio a Télam al resaltar "el enorme capital simbólico en el que se constituyó el reclamo histórico, sostenido e inclaudicable de esas mujeres que salieron al ruedo, a caminar una búsqueda ineludible de lo más preciado que tenían: sus hijos".
"Ellas son exponentes de una generación comprometida con la realidad de su tiempo y con la causa de los más necesitados", dijo Careaga.
En 2005, cuando fueron identificados los restos de su madre, junto a los de María Ponce de Bianco y Azucena Villaflor de De Vicenti, Ana María Careaga reflexionó: “Volviste. Un día de diciembre, seguramente extenuada, a la costa. Te habían desaparecido apenas unos días antes y habrían de desaparecerte 28 años más. Mientras tanto nosotros te buscamos, como había que buscar entonces, como se buscaba en esa época funesta de nuestra historia, como ustedes nos buscaban a nosotros. Golpeando puertas, recorriendo, denunciando. Todo era inútil. Un gran interrogante sin respuestas. Eso era la desaparición...Las madres buscaban a sus hijos y los hijos buscaban a sus madres, en el país de lo indecible...".
Luis Bianco, hijo de María Ponce de Bianco, secuestrada junto a Careaga el 8 de diciembre de 1977 en la iglesia de la Santa Cruz, trasmitió en una carta a Télam el significado de la lucha de su madre y su agradecimiento.
"Ellas son exponentes de una generación comprometida con la realidad de su tiempo y con la causa de los más necesitados""Un año después de la desaparición de tu hija Alicia, el 30 de abril de 1976, se reunían un grupo de madres para dar comienzo al movimiento que más confrontó contra la dictadura y que vos fundaste: las `Madres de Plaza de Mayo´. Hoy, después de 36 años, me enorgullece que hayas hecho tanto por tu familia", dijo Bianco.
Ana María Careaga
Agregó: "recuperaste a la nieta de tu hermano el 18 de abril de 1977, Soledad, antes de que se formara Abuelas de Plaza de Mayo. Qué decir de tu lucha incansable por los presos políticos por organismos, juzgados, cuarteles, comisarías y ministerios...Y de la emoción que sentí cuando en 2005 en Madrid, la asociación Pro derechos Humanos las distinguieron a las Tres Madres pilares de este movimiento, con el Premio in Memoriam Derechos Humanos. Recibí tu premio y el de Esther (Careaga) en nombre de su familia. Agradeceré toda la vida tu cordura, tu generosidad, tu solidaridad, pero por sobre todas las cosas el amor que nos brindaste".
"Hoy en tu lugar de descanso, junto a Esther, Leonie (Duquet) y Ángela (Auad) una simple lápida te recuerda “Una luchadora Valiente e Incansable”. ¿Qué más se puede dar que dar la vida?. Tus hijos te honramos con nuestra conducta de vida, y mi único deseo es que cuando me vaya, ojalá me encuentre completamente lúcido, para poder regalarte mi último pensamiento, porque VOS MAMA, sin duda nos regalaste el tuyo", finalizó.
Para Cecilia De Vicenti, hija de Azucena Villaflor, secuestrada dos días después que Careaga y Bianco cerca de su domicilio, las Madres de Plaza de Mayo "se unieron en un denominador común: el amor".
"Por amor salieron a buscarlos, por amor desafiaron al miedo y al horror y en ese andar construyeron un movimiento que cambió la historia. No contaron los genocidas con la valentía de estas madres y por eso intentaron callarlas. Mary, Esther y Azucena fueron secuestradas, desaparecidas y asesinadas", relató De Vicenti en un texto enviado a esta agencia.
"Mujeres, con mayúscula, que dieron y buscaron vida. Y cuando desaparecieron ellas, salimos los hijos a buscarlas y a buscar a nuestros padres, hermanos, compañeros y amigos. Las encontramos 28 años después, con una gota de nuestra sangre", recordó Cecilia en 2012 durante un acto en la iglesia de Santa Cruz.
Y agregó: "Gracias Madres de La Plaza, porque a pesar del miedo y el dolor por el secuestro de sus compañeros todos los jueves siguieron marchando y luchando por Memoria, Verdad y Justicia, en medio del Terrorismo de Estado, en el que las madres buscaban hijos y los hijos buscaban madres".
Esther Ballestrino y María Ponce estaban reunidas con otras madres en la iglesia de la Santa Cruz el 8 de diciembre de 1977, delineando los detalles para publicar la primera solicitada con los nombres de sus familiares secuestrados, cuando fueron secuestradas entregadas por el represor Alfredo Astiz, quien se infiltró en el grupo y las marcó con un beso en la mejilla.
Azucena Villaflor fue secuestrada en la esquina de su casa dos días después; las tres fueron víctimas de los vuelos de la muerte y luego de permanecer enterradas como NN en el Cementerio de General Lavalle, sus restos, que habían sido encontrados en las costas de Santa Teresita y de San Bernardo, pudieron ser identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) en 2005.