Ocurrido en medio de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la Independencia de Turquía, ha sido visto, por analistas, como una política de exterminio.
Armenia está por conmemorar el primer centenario del genocidio que enfrentó entre 1915 y 1923, y que llevó a la muerte a millón y medio de cristianos que vivían en Turquía, donde fueron arrestados y expulsados, sin alimentos ni agua, hacia el desierto sirio, con marchas forzadas y en condiciones inhumanas, agresión que abarcó a los griegos que vivían en la ciudad de Ponto, a serbios y a asirios.
El genocidio, ocurrido en medio de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la Independencia de Turquía, ha sido visto, por analistas, como una política de exterminio emprendida por el Imperio Otomano y que inició, el 24 de abril de 1915, con el arresto de 235 intelectuales y líderes armenios que vivían en Estambul, en la naciente Turquía, sucesora del Imperio otomano.
Turquía, hoy, no niega la masacre, pero tampoco admite el genocidio, con el argumento de que las muertes se debieron a las luchas interétnicas, las enfermedades y el hambre. Después del Holocausto contra judíos, gitanos y cristianos, el caso armenio es el más estudiado, y 22 Estados lo reconocen, además de personalidades como el Premio Nobel de la Paz en 1980, Adolfo Pérez Esquivel.
LAS RAÍCES CRISTIANAS DE ARMENIA
Antes de que Constantino promulgara el Edicto de Milán, del año 313, que dio libertad religiosa al Imperio Romano, para acabar con la persecución de los cristianos, Armenia fue la primera nación en adoptar al cristianismo, durante el reinado de Tiridates III (238-314).
La semilla de la conversión fue sembrada por San Judas Tadeo y San Bartolomé, quienes estuvieron en Armenia entre los años 40 y 60, sin embargo, la influencia más notable la ejerció, en el año 301, San Gregorio “El Iluminador”, patrono de la Iglesia Apostólica Armenia.
El terreno era fértil. Armenia es zona bíblica y, aunque no es mencionada como tal en las Sagradas Escrituras, allí ocurrieron episodios que la ciencia parece corroborar, como el hecho de que el Arca de Noé se posara sobre el Monte Ararat luego del Diluvio Universal. Para el año 66 a. C., las fronteras del reino de Armenia llegaban a Palestina. No es de extrañar que la Iglesia Apostólica Armenia tenga presencia histórica en Jerusalén y que el barrio armenio sea uno de los cuatro que integran esta milenaria ciudad, con la representación de su patriarcado, monasterios e iglesias.
El 93% de los cristianos armenios pertenece a la Iglesia Apostólica Armenia, una forma de Ortodoxia Oriental de manera similar a las iglesias copta, de Egipto y siriaca; todas ellas son perseguidas, hoy día, por el fundamentalismo islámico.
A partir del siglo VI, la expansión islámica también llegó a Armenia, y sólo bajo la influencia bizantina recuperó, temporalmente, sus raíces, pero hacia el año 1500 fue repartida por los imperios Otomano y Safávida, y los cristianos se convirtieron el ciudadanos de segunda en el impero otomano.
SOLIDARIDAD CON ARMENIA
En aquella ocasión, Juan Pablo II y el Patriarca Karekin II rezaron juntos por la paz y suscribieron un documento que reconoce que “el exterminio de un millón y medio de cristianos armenios en lo que se conoce, generalmente, como el primer genocidio del siglo XX, y la consiguiente aniquilación de miles de personas bajo el antiguo régimen totalitario, son tragedias que viven, todavía, en el recuerdo de la generación actual. Estos inocentes que fueron asesinados en vano no están canonizados, pero muchos de ellos fueron, ciertamente, confesores y mártires en nombre de Cristo. Rezamos por el reposo de sus almas e invitamos a los fieles a no perder nunca de vista el significado de su sacrificio”.
Para el 2015 se terminará una sección especial, en el museo, que las autoridades de armenia dedican a los “justos” turcos y kurdos que arriesgaron su propia vida para proteger, rescatar y salvar al pueblo cristiano armenio durante el genocidio.
Por su parte, Benedicto XVI, en su viaje a Turquía en 2006, estuvo unido al pueblo armenio al visitar la Catedral Armenia de Santa María, en Estambul, y en su discurso dijo: “Doy gracias a Dios por la fe y el testimonio cristiano del pueblo armenio, transmitidos de generación en generación, a menudo en circunstancias realmente trágicas, como las que experimentó durante el siglo pasado”.
En Francia, una ley establece que la negación del genocidio armenio y del Holocausto puede penarse con una multa de hasta 45 mil euros y prisión de hasta un año.
En el 2010, el arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez Fernández, inauguró la exposición “La cruz gloriosa. Armenia 1915-1918”.
A pesar de estos torbellinos históricos, que han durado 17 siglos, Armenia ha luchado y conserva su identidad religiosa y cultural, y ha aportado a personalidades, como los músicos Katchaturian y Gurdjieff.
La situación para la Iglesia tampoco fue fácil durante la anexión a la URSS, hasta que Armenia obtuvo su independencia. Las relaciones comerciales de Armenia son prósperas con Estados Unidos, Bélgica, Irán y Rusia, y la numerosa diáspora está presente en estos países y en otros de Europa y América, entre ellos México.
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