Por Ansel Herz*
Un manifestante alza un cartel que reza: "Respeten los derechos del pueblo trabajador"
Crédito: Ansel Herz/IPS
PUERTO PRÍNCIPE, 28 oct (IPS) - Trabajadores de la vestimenta de Haití aseguran que los patrones reprimen sus intentos de organización, y señalan que seis de los siete dirigentes de su sindicato fueron despedidos dos semanas después de que éste fuera formado.
La Unión de Trabajadores Textiles y de la Vestimenta (Sota, por sus siglas en creole) fue reconocida en septiembre por el gobierno y es apoyada por la central sindical Batay Ouvriye ("lucha de los trabajadores").
Judeline Pierre, de 44 años, empleada en el Parque Industrial de Sonapi, cerca del aeropuerto de Puerto Príncipe, reconoció haber asistido secretamente a las reuniones de Batay Ouvriye por meses.
En su bolso aún lleva un panfleto demandando mejores condiciones de trabajo en las fábricas. Dijo que se vio obligada a ocultar su colaboración con la central sindical. "Tan pronto como empiezas a defender tus derechos, te despiden. Han echado a muchos trabajadores por eso".
Las fábricas textiles en Puerto Príncipe dan trabajo a unas 29.000 personas, en un país con nueve millones de habitantes y una tasa de desempleo estimada en 80 por ciento, según la embajada de Estados Unidos.
El salario mínimo es de unos cinco dólares diarios, aunque algunos trabajadores ganan más si superan sus cuotas de producción.
Un puñado de contratistas dirigen las fábricas, ensamblando y exportando vestimentas libres de impuestos para compañías estadounidenses como Hanes y The Gap bajo los términos de un acuerdo comercial preferencial entre Haití y Estados Unidos conocido como programa Hope (acrónimo en inglés de Oportunidad Hemisférica Haitiana a Través del Estímulo a la Asociación).
Charles Baker, cuya fábrica echó a uno de los trabajadores vinculados con la Sota, y George Sassine, jefe de la asociación de propietarios del sector y director ejecutivo del programa Hope, dijeron a IPS que no se oponían en principio a las asociaciones de trabajadores, y subrayaron que los últimos despidos estaban justificados.
"Esos incidentes no tienen nada que ver con que haya personas tratando de formar un sindicato", dijo Sassine a IPS. "Ahora, de pronto, toda la comunidad internacional está a mis espaldas diciéndome que estoy en contra de que se organice el pueblo".
Sassine dijo creer que Batay Ouvriye procuraba el cierre total de las industrias, más que simplemente organizar a los trabajadores.
Saliendo de su oficina con aire acondicionado e ingresando en la ruidosa fábrica, con 1.640 trabajadores, Baker dijo gesticulando: "Si se quieren sindicalizar, pueden hacerlo. Pero deben realizarlo en la forma correcta".
Reconoció haber despedido a un empleado, pero arguyó que éste se encontraba distribuyendo panfletos durante sus horas de trabajo y por tanto interrumpía la producción.
Entre los trabajadores y los propietarios de la fábrica se encuentra Better Work Haiti, un equipo de nueve personas financiado por el Departamento (ministerio) de Trabajo de Estados Unidos y encargado de supervisar las condiciones laborales en la industria haitiana.
El grupo presentará un informe el mes próximo sobre el despido de los dirigentes de Sota.
El tercer reporte semestral de Better Work Haiti sobre conformidad a los estándares de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) fue divulgado hace dos semanas.
El estudio denunció violaciones a algunas regulaciones sobre salud laboral, seguridad y salario mínimo en más de 80 por ciento de las fábricas, pero el acatamiento era casi perfecto en cuatro principios considerados "centrales" por la OIT.
Estos son la eliminación progresiva del empleo infantil, la prohibición del trabajo forzado, la no discriminación y el derecho a la libertad de asociación y negociación colectiva.
Richard Lavallée, director de Better Work Haiti, señaló que los propietarios de las fábricas "estaban plenamente comprometidos con el programa" Hope, y elogiaron los firmes avances en el cumplimiento de estándares fundamentales en los últimos dos años.
En cuanto al derecho a libertad de asociación y negociación colectiva, el último informe identifica solo dos instancias de no acatamiento, incluyendo el despido de 140 trabajadores tras una huelga de 12 días en mayo.
No obstante, el informe señala que, "aunque no se citan hallazgos de no conformidad" a los principios de la OIT en el capítulo referido a la actividad sindical, es evidente que hay "muchos desafíos significativos relacionados con los derechos de los trabajadores para conformar, integrar y participar libremente de sindicatos independientes".
"Si se ven los informes, en Haití hay solo una fábrica sindicalizada (en la nororiental ciudad de Ouanaminthe) de las 23 que están operando. En las de Puerto Príncipe no hay sindicatos. No tenemos ninguna evidencia", señaló Lavallée.
Explicó además que si el propietario de una fábrica despedía a una persona por intentar organizar a los trabajadores, ello no figuraría en los registros de empleados revisados por su equipo.
También admitió que poco se podía medir sobre represión patronal ya que casi no había sindicatos.
Activistas haitianos han denunciado constantemente represión patronal, señaló Lavallée, pero añadió que estos nunca presentaron evidencia ni los nombres de los supuestos trabajadores echados sino hasta la ronda de despidos del mes pasado.
La expansión de la industria textil en Haití ha sido ensalzada como una palanca fundamental para la reconstrucción y el desarrollo del país. Un portavoz de la embajada estadounidense dijo a IPS que el sector tenía el potencial para más que duplicarse en los próximos cuatro años.
Funcionarios de gobierno aseguraron que 20.000 empleos serían creados por la textil surcoreana Sae-A, que firmó un acuerdo con Puerto Príncipe el año pasado para construir un parque industrial en el norte del país.
El financiamiento del proyecto, que provino de donantes internacionales --50 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo y 120 millones de Estados Unidos--, "no fue condicionado al derecho de los sindicatos a organizarse en ese espacio", remarcó la politóloga canadiense Yasmine Shamsie, que ha estudiado la industria textil haitiana.
"Estoy muy desilusionada por la reacción de la industria al nuevo sindicato", dijo a IPS por correo electrónico, en referencia a la Sota.
*Ansel Herz es periodista independiente y escribe en el blog http://mediahacker.org.
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