Por Miriam Gathigah
Los niños son secuestrados durante las redadas por el ganado en Sudán del Sur. Crédito: Charlton Doki/IPS | |
"Me encontraba preparando la cena para mi familia. Estaba sola con mis hijos, todos ellos menores de 12 años. Su padre vive en Yuba, como muchos hombres sursudaneses que abandonaron la aldea en busca del brillo de la ciudad. Senté a mi hijo de dos años en el piso de nuestra casa, pero apenas me di vuelta un hombre lo tomó e intentó huir con él", dijo Maria Lokolong, de Torit, en el estado de Ecuatoria Oriental.
Instintivamente, Lokolong sujetó a su bebé mientras el hombre la apuñalaba reiteradamente. Ella resistió y no lo soltó. Sus vecinos respondieron a sus gritos de ayuda y el intruso escapó.
"Esto es especialmente común en el estado de Ecuatoria Oriental. En las noches, cuando las mujeres preparan la cena y su atención se centra en varios asuntos a la vez, es más probable que se aparezca un intruso. A menudo prefieren a los bebés", explicó Naomi Bona, integrante de la Unión de Mujeres Sudanesas en ese estado.
De no haber sido por la valentía de Lokolong, seguramente habría perdido a su hijo para siempre.
"Entre las tribus que tienen rituales como la práctica de cicatrices faciales, una vez que un niño secuestrado se somete a ese ritual nunca puede ser rastreado, y ellos mismos nunca sabrán de dónde vinieron", señaló Richard Lugor, miembro del gobernante Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán.
A menudo los niños son secuestrados durante redadas relativas al ganado. Los enfrentamientos interétnicos en torno al ganado dominan Sudán del Sur desde hace tiempo, dado que poseer muchos animales es señal de riqueza.
Mujeres y niños suelen ser víctimas de estas redadas. A las mujeres las violan y a los niños los secuestran.
"Aunque la comunidad murle (la etnia más grande del país) fue tristemente célebre por los secuestros infantiles durante las redadas por el ganado, las comunidades nuer y dinka también usan los secuestros de niños como parte de sus ataques contra los murles", dijo Lugor.
Los niños secuestrados son usados como soldados en situaciones de conflicto, explicó. "También los ubican en la primera línea del conflicto", dado que "no tienen en casa esposas e hijos en los que pensar, a diferencia de los soldados adultos", explicó Lugor.
La comunidad murle también es conocida por secuestrar niños para dárselos a familias que no tienen hijos.
Pero parece que el gobierno no puede hacer mucho para proteger a estos pequeños.
"Los secuestros infantiles han quedado sin reportar en Sudán del Sur, de ahí la falta de una respuesta concreta del gobierno. No habrá soluciones fáciles hasta que las tribus, especialmente las del estado de Jonglei, aprendan a coexistir. Hasta entonces, más niños correrán el riesgo de ser separados de sus familias para siempre", planteó John Lochio, experto en paz y conflicto en Sudán del Sur.
Sin embargo, las autoridades niegan esto. Adeng Leek, parlamentario en el estado de Jonglei, donde son frecuentes las redadas por el ganado, sostuvo que el gobierno está reduciendo la cantidad de conflictos.
"El gobierno es eficiente en enviar a las fuerzas de seguridad a calmar a las tribus en guerra. Esto ha impedido que la violencia siga escalando. También estamos sensibilizando a la comunidad para que cambie su percepción de que tener muchos rebaños es señal de riqueza. Esto reducirá los casos de abigeato y el conflicto entre tribus en Jonglei", dijo.
Sin embargo, durante los enfrentamientos de agosto por el ganado en ese estado, el ejército nacional –Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán- no intervino, citando falta de capacidad.
Ese incidente dejó 640 muertos, 761 heridos y 8.924 casas incendiadas, y se robaron 38.000 animales.
La misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Sudán del Sur estima que en esa ocasión hubo 258 niños secuestrados.
Sudán del Sur libró una guerra civil de 21 años para independizarse de Sudán. Pero el derramamiento de sangre no terminó. El conflicto se reaviva con regularidad en varias partes de la nueva república.
Según la ONU, desde enero se produjeron más de 330 episodios violentos en Sudán del Sur, lo que causó la muerte a por lo menos 3.000 personas. Este conflicto se atribuye ampliamente al abigeato y a las idas y venidas del ejercicio de desarme.
Sudán del Sur se divide en tres regiones: Bahr el Ghazal, que abarca cuatro estados; el Alto Nilo; y las regiones de Ecuatoria, con tres estados cada una. Habitualmente hay alguna clase de conflicto y tensión en un estado u otro, en particular en las dos primeras regiones.
Debido a su proximidad con la provincia sudanesa de Kordofán del Sur, Bahr al Ghazal del Norte es una de las regiones más sensibles políticamente.
"El conflicto en Sudán del Sur es complejo y no terminará de la noche a la mañana. El gobierno tiene que indemnizar a los familiares de los involucrados", según Lochio.
"Ciertas tribus se sienten marginadas y eso provoca conflicto", dijo.
"Luego está el problema de las armas de fuego ilegales en manos de civiles", añadió. El vicegobernador del estado de Ecuatoria Oriental, Paul Napwon, continúa exigiendo quitarles esas armas que, sostiene, continúan comprometiendo los esfuerzos hacia una paz duradera.
El gobierno de Sudán del Sur estima que hay por lo menos 2.500 armas de fuego ilegales en poder de civiles. Un ejercicio de desarme realizado en mayo en el estado de Unidad buscó promover la futura paz del país. Pero tuvo el efecto inverso y provocó un conflicto en el que mujeres y niñas fueron violadas.
"El horrible pasado que vivieron muchas mujeres sudanesas" puede regresar, "dado que conflictos esporádicos continúan prosperando en varias partes" de los estados que constituyen la República de Sudán del Sur, dijo Leek.
Pero otros actores se asocian ahora al gobierno de Sudán del Sur para ayudar a potenciar a las mujeres y, a través de ellas, a la población infantil también.
"Tenemos un plan exhaustivo (…) para empoderar a las mujeres. Esto implica un empoderamiento económico para ayudarlas a lograr la independencia económica, proteger a mujeres y niñas de la violencia basada en el género y también hacer participar a más mujeres en la mitigación de conflictos", dijo Lucie Luguga, directora en funciones de ONU Mujeres para Sudán del Sur.
El programa será implementado junto con el plan de desarrollo 2012-2013 de Sudán del Sur.
Instintivamente, Lokolong sujetó a su bebé mientras el hombre la apuñalaba reiteradamente. Ella resistió y no lo soltó. Sus vecinos respondieron a sus gritos de ayuda y el intruso escapó.
"Esto es especialmente común en el estado de Ecuatoria Oriental. En las noches, cuando las mujeres preparan la cena y su atención se centra en varios asuntos a la vez, es más probable que se aparezca un intruso. A menudo prefieren a los bebés", explicó Naomi Bona, integrante de la Unión de Mujeres Sudanesas en ese estado.
De no haber sido por la valentía de Lokolong, seguramente habría perdido a su hijo para siempre.
"Entre las tribus que tienen rituales como la práctica de cicatrices faciales, una vez que un niño secuestrado se somete a ese ritual nunca puede ser rastreado, y ellos mismos nunca sabrán de dónde vinieron", señaló Richard Lugor, miembro del gobernante Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudán.
A menudo los niños son secuestrados durante redadas relativas al ganado. Los enfrentamientos interétnicos en torno al ganado dominan Sudán del Sur desde hace tiempo, dado que poseer muchos animales es señal de riqueza.
Mujeres y niños suelen ser víctimas de estas redadas. A las mujeres las violan y a los niños los secuestran.
"Aunque la comunidad murle (la etnia más grande del país) fue tristemente célebre por los secuestros infantiles durante las redadas por el ganado, las comunidades nuer y dinka también usan los secuestros de niños como parte de sus ataques contra los murles", dijo Lugor.
Los niños secuestrados son usados como soldados en situaciones de conflicto, explicó. "También los ubican en la primera línea del conflicto", dado que "no tienen en casa esposas e hijos en los que pensar, a diferencia de los soldados adultos", explicó Lugor.
La comunidad murle también es conocida por secuestrar niños para dárselos a familias que no tienen hijos.
Pero parece que el gobierno no puede hacer mucho para proteger a estos pequeños.
"Los secuestros infantiles han quedado sin reportar en Sudán del Sur, de ahí la falta de una respuesta concreta del gobierno. No habrá soluciones fáciles hasta que las tribus, especialmente las del estado de Jonglei, aprendan a coexistir. Hasta entonces, más niños correrán el riesgo de ser separados de sus familias para siempre", planteó John Lochio, experto en paz y conflicto en Sudán del Sur.
Sin embargo, las autoridades niegan esto. Adeng Leek, parlamentario en el estado de Jonglei, donde son frecuentes las redadas por el ganado, sostuvo que el gobierno está reduciendo la cantidad de conflictos.
"El gobierno es eficiente en enviar a las fuerzas de seguridad a calmar a las tribus en guerra. Esto ha impedido que la violencia siga escalando. También estamos sensibilizando a la comunidad para que cambie su percepción de que tener muchos rebaños es señal de riqueza. Esto reducirá los casos de abigeato y el conflicto entre tribus en Jonglei", dijo.
Sin embargo, durante los enfrentamientos de agosto por el ganado en ese estado, el ejército nacional –Ejército de Liberación del Pueblo de Sudán- no intervino, citando falta de capacidad.
Ese incidente dejó 640 muertos, 761 heridos y 8.924 casas incendiadas, y se robaron 38.000 animales.
La misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Sudán del Sur estima que en esa ocasión hubo 258 niños secuestrados.
Sudán del Sur libró una guerra civil de 21 años para independizarse de Sudán. Pero el derramamiento de sangre no terminó. El conflicto se reaviva con regularidad en varias partes de la nueva república.
Según la ONU, desde enero se produjeron más de 330 episodios violentos en Sudán del Sur, lo que causó la muerte a por lo menos 3.000 personas. Este conflicto se atribuye ampliamente al abigeato y a las idas y venidas del ejercicio de desarme.
Sudán del Sur se divide en tres regiones: Bahr el Ghazal, que abarca cuatro estados; el Alto Nilo; y las regiones de Ecuatoria, con tres estados cada una. Habitualmente hay alguna clase de conflicto y tensión en un estado u otro, en particular en las dos primeras regiones.
Debido a su proximidad con la provincia sudanesa de Kordofán del Sur, Bahr al Ghazal del Norte es una de las regiones más sensibles políticamente.
"El conflicto en Sudán del Sur es complejo y no terminará de la noche a la mañana. El gobierno tiene que indemnizar a los familiares de los involucrados", según Lochio.
"Ciertas tribus se sienten marginadas y eso provoca conflicto", dijo.
"Luego está el problema de las armas de fuego ilegales en manos de civiles", añadió. El vicegobernador del estado de Ecuatoria Oriental, Paul Napwon, continúa exigiendo quitarles esas armas que, sostiene, continúan comprometiendo los esfuerzos hacia una paz duradera.
El gobierno de Sudán del Sur estima que hay por lo menos 2.500 armas de fuego ilegales en poder de civiles. Un ejercicio de desarme realizado en mayo en el estado de Unidad buscó promover la futura paz del país. Pero tuvo el efecto inverso y provocó un conflicto en el que mujeres y niñas fueron violadas.
"El horrible pasado que vivieron muchas mujeres sudanesas" puede regresar, "dado que conflictos esporádicos continúan prosperando en varias partes" de los estados que constituyen la República de Sudán del Sur, dijo Leek.
Pero otros actores se asocian ahora al gobierno de Sudán del Sur para ayudar a potenciar a las mujeres y, a través de ellas, a la población infantil también.
"Tenemos un plan exhaustivo (…) para empoderar a las mujeres. Esto implica un empoderamiento económico para ayudarlas a lograr la independencia económica, proteger a mujeres y niñas de la violencia basada en el género y también hacer participar a más mujeres en la mitigación de conflictos", dijo Lucie Luguga, directora en funciones de ONU Mujeres para Sudán del Sur.
El programa será implementado junto con el plan de desarrollo 2012-2013 de Sudán del Sur.
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