Ciudad de Guatemala/dpa/AFP/Redacción Internacionales
Sobrevivientes de las matanzas ejecutadas por el Ejército durante el mandato de facto del ex general Efraín Ríos Montt (1982-1983) narraron hoy, entre lágrimas, la muerte de niños a manos de los soldados, en el juicio por el delito de genocidio que se sigue contra el ex dictador guatemalteco.
"A mi hija, le abrieron el pecho, le sacaron el corazón... ¿Qué culpa tenía mi niña"?, dijo Francisco Velasco, un empobrecido campesino de 52 años originario de Salquil Grande, en el municipio de Nebaj, en el área de la etnia maya Ixil, al norte del departamento de Quiché (Norte).
Explicó que el Ejército llegó a su comunidad en agosto de 1982 y que en esa ocasión mataron a 12 miembros de su familia, incluyendo a su esposa, hijas, madre y sobrinos.
Informó que otra hija pequeña suya encontró el cuerpo de su hermana dentro de su rancho y que tenía el pecho abierto y sin corazón.
Dio cuenta que los nombres de sus familiares muertos están registrados en los informes de la verdad elaborados por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), de la ONU, y el de Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi), este último presentado por el obispo Juan Gerardi, asesinado el 26 de abril de 1998, dos días después de su presentación.
Otro testigo, el cuarto de la jornada, Nicolás Toma, un agricultor de San Juan Cotzal, Quiché, también de la etnia Ixil, dijo que el Ejército llegó a su aldea Villa Hortencia Antigua y vio cómo mataron a los niños: "Les metieron bala en el pecho y salió por la espalda", explicó con la ayuda de un traductor. También dijo que los soldados empezaron a violar a las mujeres y las dejaban muertas.
Juan, el sexto testigo de la jornada, dijo que el Ejército quemó su casa y junto a su esposa e hijos huyeron, mientras un helicóptero bombardeaba la montaña.
"Los niños morían de hambre y del susto... Fuimos a buscar a mi patojo (niño), Pedro, de 5 años, ahí estaba tirado, mi chiquito muerto. (Años más tarde), los antropólogos sacaron los restos de mi patojito (niñito). (Ahora), por fin está enterrado en el cementerio de (municipio) Cunén", dijo.
Detalló que los soldados "primero quemaron las casas" y "a los niños que estaban allí les cortaron el pescuezo con cuchillo".
El siguiente testigo, Juan López, describió que "cuando los (paramilitares) patrulleros encontraban a las mujeres las violaban. A los niños los estrellaban".
"El ejército mató a mi hermana y a sus hijos. Mi hija de 11 años y mi hijo de 3 murieron del susto y del hambre", dijo.
Agregó que cuando buscaron refugio en las montañas "le tapábamos la boca con trapos a los chiquitos para que no los oyeran llorar, o nos mataban".
"Le pido al Tribunal que reconozca el daño que me han hecho", demandó.
Según los testigos, los soldados "querían terminar con nosotros: quemaron nuestras casas y quemaron nuestra milpa" (cultivos).
Ríos Montt y su ex jefe de inteligencia militar, el también ex general José Mauricio Rodríguez, son enjuiciados por el Tribunal A de Mayor Riesgo de Guatemala por los delitos de genocidio y lesa humanidad.
La presidenta del Tribunal, la jueza Jazmín Barrios, tras concluir la jornada después de escuchar a un total de diez testigos, convocó a la décima jornada del debate oral y público, mañana jueves.
Todos los testimonios aportados hasta ahora en el "histórico" juicio corresponden a sobrevivientes de las al menos 15 matanzas ejecutadas por los militares en zonas montañosas de comunidades de mayas de la etnia ixil, en el norteño y empobrecido departamento de Quiché.
Se tiene previsto que a partir de la próxima semana la defensa presente a los peritos que propuso y con los cuales pretende desvirtuar que en Guatemala haya ocurrido genocidio, sino un enfrentamiento entre el Ejército y la guerrilla.
Estos hechos fueron cometidos por las tropas durante el gobierno de facto de Ríos Montt, entre el 23 de marzo de 1982 y el 8 de agosto de 1983. Ríos Montt, de 86 años, accedió al poder mediante un golpe militar, pero fue depuesto por otro golpe castrense. Durante ese lapso el Ejército intensificó sus operaciones de "tierra arrasada" como parte de la lucha constrainsurgente.
Ríos Montt permanece bajo arresto domiciliario desde enero de 2012, mientras que Rodríguez, detenido en 2011, está internado en el hospital militar aduciendo problemas de salud.
Soldados usaban cabezas de indígenas como pelota
"La cabeza la usaban como pelota, nunca se me ha olvidado y nunca se me va a olvidar", aseguró un sobreviviente presentado como testigo durante la décima audiencia del juicio por genocidio contra el ex dictador Efraín Ríos Montt (1982-1983).
A "una anciana de cabello largo le cortaron la cabeza y (además) la llevaron al comedor de los especialistas (militares)" como advertencia para las cocineras del lugar, afirmó Julio Velasco, testigo protegido que declaró a través de una videoconferencia ante el tribunal que juzga el ex dictador.
Por su condición, Velasco declaró en el mismo edificio en que se lleva a cabo el proceso, en el centro de la capital, pero desde una sala distinta a la del debate.
"En esa mesa ponían café por el frío, y yo pasé y ya no quise tomar café por la magnitud de la cabeza que estaba ahí", aseveró, tras indicar que eso lo vivió en un campamento militar cuando tenía unos ocho años, pues había sido capturado por los militares.
Aseguró que en ese centro militar "no hubo perdón para ancianos, ni niños ni mujeres embarazadas (...), en ocasiones los niños se iban vivos a las fosas en los rebozos de las madres. Cuando una fosa estaba llena de víctimas, le echaban tierra" para sellarla, recordó.
Ellos (los militares) los agarraban del pelo y los puyaban (apuñaleaban) en el pecho, y después los empujaban al lugar (la fosa)", agregó.
"Los soldados los puyaban con puñales, pero el oficial García mataba contándoles la cabeza con un cuchillo", detalló.
El testigo relató que finalmente pudo huir del campamento escondido en el neumático de un tractor, donde lo colocó un especialista militar.
Su protector era el miembro del cuerpo de ingenieros Hugo Leonardo Reyes, quien también es testigo protegido y este jueves vinculó al presidente guatemalteco, general retirado Otto Pérez, con masacres de indígenas perpetradas entre 1982 y 1983.
Dicha acusación fue rechazada "rotundamente" por el vocero presidencial Francisco Cuevas, quien consideró que podría tener un trasfondo político".
"En todos los lugares hubo genocidio. Yo lloro de tristeza por mi madre, por culpa de los comandantes que mandaban el Ejército", dijo a su turno el ex miembro de las patrullas paramilitares Pedro Herrera Bernal.
Las patrullas paramilitares, integradas por civiles de las poblaciones rurales, fueron usadas por el ejército durante la guerra como auxiliares en la lucha contrainsurgente y también han sido vinculadas a graves violaciones de los derechos humanos.
"El ejercito nos obligó a patrullar porque ya no teníamos casa ni comida. Yo era del comité de mi comunidad, iba a buscar gente para patrullar", lamentó.
Ríos Montt y el ex jefe de inteligencia militar José Rodríguez son juzgados por la masacre de 1.771 indígenas mayas ixiles, ocurrida entre 1982 y 1983, en lo más cruento de la guerra que vivió Guatemala durante 36 años.
El proceso, iniciado el pasado 19 de marzo y previsto para dos meses, cumplió este jueves su décima jornada.
Sobrevivientes de las matanzas ejecutadas por el Ejército durante el mandato de facto del ex general Efraín Ríos Montt (1982-1983) narraron hoy, entre lágrimas, la muerte de niños a manos de los soldados, en el juicio por el delito de genocidio que se sigue contra el ex dictador guatemalteco.
"A mi hija, le abrieron el pecho, le sacaron el corazón... ¿Qué culpa tenía mi niña"?, dijo Francisco Velasco, un empobrecido campesino de 52 años originario de Salquil Grande, en el municipio de Nebaj, en el área de la etnia maya Ixil, al norte del departamento de Quiché (Norte).
Explicó que el Ejército llegó a su comunidad en agosto de 1982 y que en esa ocasión mataron a 12 miembros de su familia, incluyendo a su esposa, hijas, madre y sobrinos.
Informó que otra hija pequeña suya encontró el cuerpo de su hermana dentro de su rancho y que tenía el pecho abierto y sin corazón.
Dio cuenta que los nombres de sus familiares muertos están registrados en los informes de la verdad elaborados por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), de la ONU, y el de Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi), este último presentado por el obispo Juan Gerardi, asesinado el 26 de abril de 1998, dos días después de su presentación.
Otro testigo, el cuarto de la jornada, Nicolás Toma, un agricultor de San Juan Cotzal, Quiché, también de la etnia Ixil, dijo que el Ejército llegó a su aldea Villa Hortencia Antigua y vio cómo mataron a los niños: "Les metieron bala en el pecho y salió por la espalda", explicó con la ayuda de un traductor. También dijo que los soldados empezaron a violar a las mujeres y las dejaban muertas.
Juan, el sexto testigo de la jornada, dijo que el Ejército quemó su casa y junto a su esposa e hijos huyeron, mientras un helicóptero bombardeaba la montaña.
"Los niños morían de hambre y del susto... Fuimos a buscar a mi patojo (niño), Pedro, de 5 años, ahí estaba tirado, mi chiquito muerto. (Años más tarde), los antropólogos sacaron los restos de mi patojito (niñito). (Ahora), por fin está enterrado en el cementerio de (municipio) Cunén", dijo.
Detalló que los soldados "primero quemaron las casas" y "a los niños que estaban allí les cortaron el pescuezo con cuchillo".
El siguiente testigo, Juan López, describió que "cuando los (paramilitares) patrulleros encontraban a las mujeres las violaban. A los niños los estrellaban".
"El ejército mató a mi hermana y a sus hijos. Mi hija de 11 años y mi hijo de 3 murieron del susto y del hambre", dijo.
Agregó que cuando buscaron refugio en las montañas "le tapábamos la boca con trapos a los chiquitos para que no los oyeran llorar, o nos mataban".
"Le pido al Tribunal que reconozca el daño que me han hecho", demandó.
Según los testigos, los soldados "querían terminar con nosotros: quemaron nuestras casas y quemaron nuestra milpa" (cultivos).
Ríos Montt y su ex jefe de inteligencia militar, el también ex general José Mauricio Rodríguez, son enjuiciados por el Tribunal A de Mayor Riesgo de Guatemala por los delitos de genocidio y lesa humanidad.
La presidenta del Tribunal, la jueza Jazmín Barrios, tras concluir la jornada después de escuchar a un total de diez testigos, convocó a la décima jornada del debate oral y público, mañana jueves.
Todos los testimonios aportados hasta ahora en el "histórico" juicio corresponden a sobrevivientes de las al menos 15 matanzas ejecutadas por los militares en zonas montañosas de comunidades de mayas de la etnia ixil, en el norteño y empobrecido departamento de Quiché.
Se tiene previsto que a partir de la próxima semana la defensa presente a los peritos que propuso y con los cuales pretende desvirtuar que en Guatemala haya ocurrido genocidio, sino un enfrentamiento entre el Ejército y la guerrilla.
Estos hechos fueron cometidos por las tropas durante el gobierno de facto de Ríos Montt, entre el 23 de marzo de 1982 y el 8 de agosto de 1983. Ríos Montt, de 86 años, accedió al poder mediante un golpe militar, pero fue depuesto por otro golpe castrense. Durante ese lapso el Ejército intensificó sus operaciones de "tierra arrasada" como parte de la lucha constrainsurgente.
Ríos Montt permanece bajo arresto domiciliario desde enero de 2012, mientras que Rodríguez, detenido en 2011, está internado en el hospital militar aduciendo problemas de salud.
Soldados usaban cabezas de indígenas como pelota
"La cabeza la usaban como pelota, nunca se me ha olvidado y nunca se me va a olvidar", aseguró un sobreviviente presentado como testigo durante la décima audiencia del juicio por genocidio contra el ex dictador Efraín Ríos Montt (1982-1983).
A "una anciana de cabello largo le cortaron la cabeza y (además) la llevaron al comedor de los especialistas (militares)" como advertencia para las cocineras del lugar, afirmó Julio Velasco, testigo protegido que declaró a través de una videoconferencia ante el tribunal que juzga el ex dictador.
Por su condición, Velasco declaró en el mismo edificio en que se lleva a cabo el proceso, en el centro de la capital, pero desde una sala distinta a la del debate.
"En esa mesa ponían café por el frío, y yo pasé y ya no quise tomar café por la magnitud de la cabeza que estaba ahí", aseveró, tras indicar que eso lo vivió en un campamento militar cuando tenía unos ocho años, pues había sido capturado por los militares.
Aseguró que en ese centro militar "no hubo perdón para ancianos, ni niños ni mujeres embarazadas (...), en ocasiones los niños se iban vivos a las fosas en los rebozos de las madres. Cuando una fosa estaba llena de víctimas, le echaban tierra" para sellarla, recordó.
Ellos (los militares) los agarraban del pelo y los puyaban (apuñaleaban) en el pecho, y después los empujaban al lugar (la fosa)", agregó.
"Los soldados los puyaban con puñales, pero el oficial García mataba contándoles la cabeza con un cuchillo", detalló.
El testigo relató que finalmente pudo huir del campamento escondido en el neumático de un tractor, donde lo colocó un especialista militar.
Su protector era el miembro del cuerpo de ingenieros Hugo Leonardo Reyes, quien también es testigo protegido y este jueves vinculó al presidente guatemalteco, general retirado Otto Pérez, con masacres de indígenas perpetradas entre 1982 y 1983.
Dicha acusación fue rechazada "rotundamente" por el vocero presidencial Francisco Cuevas, quien consideró que podría tener un trasfondo político".
"En todos los lugares hubo genocidio. Yo lloro de tristeza por mi madre, por culpa de los comandantes que mandaban el Ejército", dijo a su turno el ex miembro de las patrullas paramilitares Pedro Herrera Bernal.
Las patrullas paramilitares, integradas por civiles de las poblaciones rurales, fueron usadas por el ejército durante la guerra como auxiliares en la lucha contrainsurgente y también han sido vinculadas a graves violaciones de los derechos humanos.
"El ejercito nos obligó a patrullar porque ya no teníamos casa ni comida. Yo era del comité de mi comunidad, iba a buscar gente para patrullar", lamentó.
Ríos Montt y el ex jefe de inteligencia militar José Rodríguez son juzgados por la masacre de 1.771 indígenas mayas ixiles, ocurrida entre 1982 y 1983, en lo más cruento de la guerra que vivió Guatemala durante 36 años.
El proceso, iniciado el pasado 19 de marzo y previsto para dos meses, cumplió este jueves su décima jornada.
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